La familia Díaz, del departamento de La Paz, se encuentra en una situación desesperante. La pareja, con sus 5 niños, vive en una casa de nylon, con esquineros de madera, sin calefacción ni baño, y ruega por una casa digna desde hace 13 años.
Oscar Díaz, de 40 años, no tiene trabajo estable y hace changas. Su mujer, Norma Orozco, cuida de sus 5 hijos, de 12, 10 y 6 años y los gemelos de 6 meses.
Aseguran sentirse postergados ya que en los últimos años son varias las casas que se entregaron en La Paz, pero nunca los tuvieron en cuenta porque, según ellos, «no trabajan para ningún partido político».
Desde hace casi 13 años que intentan de todo. A través de Procrear, del IPV, del propio municipio, pero jamás tuvieron una respuesta positiva.
En el municipio tienen registro de que el 14 de julio de este año la familia estuvo allí y realizó el pedido. La respuesta que obtuvieron no les alcanzó. Según aseguró Diego Guzmán, titular de la Dirección de Acción Social de La Paz, ellos quisieron contenerlos y ayudarlos. Le ofrecieron pagarle un porcentaje del alquiler de una casa, pero a la familia no le sirve.
De los 3.000 pesos mensuales que deben abonar, 2.500 los pagaba el municipio y el resto los Díaz, pero ellos aseguran que casi no tienen para comer y que no alcanzan ni a pagar los 500 restantes, ni los impuestos correspondientes, por lo que no pueden comprometerse.
Las peores condiciones.
La actual vivienda de nylon de los Díaz está ubicada en la calle Independencia, en el barrio Boggero, del departamento de La Paz.
La misma cuenta con paredes de nylon y esquineros de madera. No tienen calefacción ni baño.
Durante el invierno, con las bajas temperaturas, calefaccionaban el hogar con con una estufa a kerosene, que prenden a veces por miedo a cualquier accidente. Durante la noche, duermen bien apretadizos para poder “zafar”. La pareja, en una cama matrimonial con los gemelos y el niño de 6 años. Los otros, el de 10 y el de 8, juntos en otra cama.
Para realizar las necesidades básicas van al campo, a unos 10 metros de la casa. Para bañarse todos los días queman leña, calientan agua y van haciéndolo de a uno.
Pese a la precariedad, los vecinos aseguran que la casa y los niños están “impecables” y que a los chicos les va bien en el colegio.
Hace un mes que la familia está oscuras. Compartían la luz con un vecino pero la improvisada conexión se prendió fuego.
El padre de la familia hace changas. Según cuenta el hombre descarga tierra en distintas obras cuando lo necesitan, arma jardines y a veces tiene que irse por algunas semanas a algún puesto al medio del campo a hacer trabajos temporarios.
Así, los Díaz optaron por hacer pública su historia, con la intención de que, sin que nadie les regale nada, tengan la oportunidad de obtener una casa y pagarla trabajando. Ni más ni menos.
