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Crisis del vidrio sube hasta 50% el precio del vino y también faltan envases para tomate y dulce

Sabido es que el sector vitivinícola debe cubrir un faltante de al menos 30 millones de botellas para poder fraccionar el vino desde octubre. La situación es tan crítica que las bodegas ya empezaron a ajustar precios al consumidor, con subas de hasta el 50%, pero no se circunscribe al mundo del vino: el rubro alimenticio acusa recibo de la escasez de envases para dulce y tomate triturado, y busca opciones para salir adelante.

 

 

Todos tienen la mira en la puesta en marcha de los hornos de Verallia y Cattorini, las 2 principales cristalerías proveedoras de Mendoza. Mientras tanto, como lo marca un postulado de la economía todo bien que escasea tiende a encarecerse: en lo que va del 2021 una de ellas ya subió los precios más del 70% según el tipo de envase, lo que hizo que algunas firmas hayan empezado a trasladarlo con nuevas listas al público. De manual.

 

 

Hasta las bodegas grandes, con un poco más de espalda para resistir la crisis, ven que el límite está cerca. Y se resignan al ajuste: en momentos en que se agudiza el faltante también se evidencia cuánto se encarecieron algunos tipos de botella. Por caso, la Suyai, una de las más utilizadas, que rondaba los $11 por unidad, hoy ya supera los $20, un 92%, aunque en lo que va del 2021 el ajuste acumula 70%.

 

 

De acuerdo a Roberto Cervos, responsable de compra de insumos en bodega Norton «después de noviembre puede complicarse en serio. Se absorbe el extracosto hasta cierto punto, porque también aumentaron las etiquetas y la caja de cartón, en este caso más razonable, al ritmo de la inflación. Por eso en determinado momento hay que trasladarlo al público».

En tanto, sigue el debate acerca de si importar botellas es o no una opción (ver aparte). El panorama muestra que traerlas desde Italia implica asumir un precio hasta 3 veces más caro que el local, que llega a 4 en el caso de China.

 

 

Un octubre difícil

En los puntos de venta, sobre todo vinotecas, hay malestar. Es que se hacen cada vez más frecuentes las actualizaciones de precios, sobre todo en los últimos 10 días, en coincidencia con los quiebres de stocks de botellas en las bodegas y el freno de la producción por parte de las cristalerías.

 

 

«Empezó a notarse en la pandemia, cuando era de $40 o $50, pero con esto del faltante de botellas se hizo más frecuente y mayor. Casi no podemos memorizar los precios, porque están cambiando demasiado seguido. Algunas bodegas ya aumentaron 50% o más en ciertas líneas, y nos obliga a armar promociones y buscar alternativas para que los clientes no lo sientan tanto», cuenta Franco Ollarce, de Wine Up, una tienda de vinos que cuenta con 2 locales en el Centro.

 

 

Ejemplos hay de sobra. El Espía, un blend del Este mendocino elaborado por Eduardo Vidal, que podía comprarse a $900 en julio, sumó 11% en setiembre y arranca octubre por encima de los $1300. Ayer, la línea Mandala Malbec ( bodega Argento) ya había trepado de $350 a $500, mientras que un Frida (de Budeguer) pasó en un día de $330 a $460 la botella.

 

 

Daniel, dueño de un negocio de venta de artículos regionales reconoce «que los precios cambian seguido». Y Facundo López, de López Casa de Vinos, confirma con enojo que «entre agosto y setiembre cambiaron 3 veces las listas. Y varias bodegas ya nos avisaron que arrancamos octubre con subas de entre $100 y $150. El tema de las botellas viene del año pasado, pero no podemos seguir así con los precios.

 

 

Al respecto, el presidente del INV, Martín Hinojosa, relativiza abusos en cuanto a costos por parte de las cristalerías una vez normalizado el suministro. No sin advertir que «se controlará» cualquier tipo de irregularidad en tal sentido.

 

 

Alimentos: entre el reciclado y el plástico

«Tenemos producto listo en la fábrica, pero no hay frascos para envasarlo», le confía a sus clientes un preocupado Juan Antonio Martín, dueño de La Casita de la Abueli, un emprendimiento familiar dedicado a la elaboración de mermeladas delicatessen y almibarados en Fray Luis Beltrán. El hombre venía de cambiar de tipo de envase hexagonal que utilizaba, primer efecto de la crisis, por un frasco común, y ahora ve como la crisis se agravó al punto de no conseguir ni siquiera esos envases.

 

 

No obstante el diagnóstico realizado por Cafim (Cámara de la Fruta Industrializada de Mendoza), donde admiten estar «muy preocupados» es más abarcativo: aunque no está ponderado en el caso de dulces y mermeladas, señalan que el mayor inconveniente pasa por la escasez de botellas para tomate triturado, el rubro más demandante y crítico, de entre 40 y 50 millones de unidades.

«Aunque la vitivinicultura saldrá a presionar más, tenemos el compromiso de los proveedores de atender a la industria alimenticia, que sufre la falta de frascos y botellas de vidrio transparente para ese tipo de productos. Pero se están analizando otras alternativas, como el «doy pack», los potes de plástico para conservas, y también los servicios de reciclaje y lavado de vidrio de algunas cooperativas de recuperadores urbanos», indicó Leandro Roldán, gerente de Cafim

 

 

A nivel de gestiones oficiales, siguen las diferencias. Mientras Hinojosa aseguró que se intenta facilitar la llegada de técnicos desde Brasil para apurar la puesta a punto del equipamiento en las cristalerías lo antes posible y que «no tiene sentido» importar envases, desde el Gobierno provincial insisten en su pedido.

El mismo gobernador Rodolfo Suárez resaltó que «es un problema complejo. Están poniendo en funcionamiento un nuevo horno, y yo he hablado con el ministro (de Desarrollo Productivo) Kulfas. Una de las medidas es permitir el ingreso de botellas al país y restringir la exportación».

 

 

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