¿Cuál es el «peronismo tradicional de Mendoza»? Martín Aveiro , intendente de Tunuyán, quien acaba de autopostularse como precandidato a gobernador de la Provincia para 2023, dijo que el «peronismo tradicional» es lo que se necesita para volver a ganar.
Todo indica que alude a un peronismo que no tenga nada que ver con Cristina ni con el kirchnerismo ni con La Cámpora. Aveiro conoce ese paño. En las elecciones de noviembre pasado fue jefe de campaña de la lista kirchnerista que en Mendoza encabezó Anabel Fernández Sagasti y que perdió por 24 puntos ante Cambia Mendoza.
Lo que podríamos entender como «peronismo tradicional» es algo que está desmembrado, que no se ha renovado y que no tiene líderes.
Y Aveiro no parece tener consolidada, por ahora, una visión ni un proyecto provincial. O por lo menos aún no lo ha esbozado. Lo conocemos como un intendente con buena imagen en su departamento, pero no como una figura convocante a escala provincial.
El Equipo
Quizás al decir que necesita al «peronismo tradicional» Aveiro esté hablando de una forma de hacer política donde se ponga el acento en lo social, algo básico en el peronismo, pero que a la vez respete y fomente las formas republicanas, algo que los gobiernos kirchneristas han despreciado.
También podríamos pensar que Aveiro en realidad está aludiendo al Equipo de los Mendocinos, aquella movida que arrancó en el segundo lustro de los ’80 y que obtuvo tres gobernaciones seguidas con Bordón, Gabrielli y Lafalla. Pero hete aquí que ese peronismo no se definía como «tradicional» sino como renovador. Y además portaba una pátina de modernidad y tenía verdadero liderazgo.
Aquel liderazgo fue lo que en octubre de 1987 llevó a Bordón a ganarle las elecciones de gobernador al hoy extinto Raúl Baglini, a quien buena parte de las encuestas daban como seguro sucesor de don Felipe Llaver, el mandatario del reencuentro democrático.
Desalmada
No creemos que al mentar al «peronismo tradicional» Aveiro se refiera al de Alberto Martínez Baca, un peronista de izquierda, quien asumió en mayo de 1973 y que al poco tiempo fue suspendido en sus funciones y sometido a juicio político. Ni tampoco a su sucesor, Carlos Arturo Mendoza, de la derecha peronista, quien también duró poco porque la Provincia fue intervenida por Isabel Perón.
Por entonces, época desalmada si las hubo, la Nación mandó como interventor a Antonio Cafiero, el abuelo del actual canciller Santiago Cafiero. La leyenda política de la época vinculó a aquel interventor con la desaparición de un piano del Estado provincial.
¿O será «peronismo tradicional» de Mendoza el que coincidió con las dos presidencias de Cristina Kirchner (2007-2015) y que en Mendoza estuvieron representadas por las gobernaciones de Celso Jaque y de Paco Pérez, ambas de triste memoria. La de Pérez (2011-2015) significó la peor administración desde el retorno a la democracia.
Tanto Jaque como Pérez desintegraron al peronismo mendocino y lo ofrendaron, atado de pies y manos a los arbitrios de Cristina Kirchner. Esa presidenta vapuleó a ambos como el viento a las hojas secas. Desde la Casa Rosada les ordenaba hasta las listas de concejales.
Falta envido
No parece ser del todo clara esa convocatoria de Aveiro al «peronismo tradicional». Quizás Aveiro debió decir «a lo mejor del peronismo», al «peronismo renovador» o, si se quiere, al «peronismo mendocino«.
Hay pocos jefes comunales con la capacidad de elevar la mira política más allá de sus intendencias. Varios de ellos son meritorios en el trabajo comunal, pero rara vez exponen ideas que nos hagan pensar que alimentan una proyección más allá de sus acotadas jurisdicciones.
Lo han demostrado con creces los Bermejo en Maipú, los Félix en San Rafael, el sempiterno Righi en Lavalle. Nunca han tenido influencia provincial, pese a que algunos de ellos han logrado puestos en el Congreso Nacional.
Faltan ideas, faltan comunicadores, falta modernidad, faltan ansias de progreso, falta debate. En el supuesto «peronismo tradicional» cada uno está en su covacha, sin proyección, sin diferenciación, y con poca audacia y valentía.