Luego de 8 años de silencio, Joaquín Sabina regresó a los escenarios con su nuevo disco «Lo niego todo» en el que conjuga la poesía de sus primeros años con su amor por el rock. La gira nacional la inició en Mendoza y el resultado fue sorprendente pese a que, a diferencia de otros años, fueron muchos los espacios vacíos que se observaron en el Arena Maipú.
Quince minutos pasaron de las 21.30, las luces del Stadium se apagaron y de a uno fueron ingresando los músicos que acompañan a Sabina en su gira, músicos de primer nivel que tuvieron su protagonismo durante el encuentro. Luego irrumpió él, con su caminar ya cansado y su sonrisa intacta: «Buenas noches Mendoza», expresó y dio inicio al show que, dividido en dos partes, contó con lo nuevo y lo viejo.
Con la misma escencia de siempre
Los años no vienen solos y los 68 de Sabina se notan en su rostro un tanto cansado, su caminar lento, su modo de respirar, sin embargo, sigue intacto su profesionalismo, su química con e público y su manera de componer. Canciones que reflejaron lo más íntimo de su ser fueron interpretadas durante la primera hora de show, temas que fusionaban ritmos melódicos con rock and roll y que si bien no hicieron estallar a la masa sí fueron aceptadas y escuchadas con atención.
Con la precisión que solo los grandes saben tener, Sabina entendió el juego de la música y, sin ser lerdo ni perezoso, desde el inicio del concierto aclaró que el mismo se dividía en dos partes: «Primero vendrán las canciones de «Lo niego todo», luego las que ustedes (como ha ocurrido en todas partes del mundo) quieren escuchar», aseguró.
Así fue como luego de una hora, con charla de por medio en la que elogió Mendoza por la belleza de su Aconcagua y la delicia de sus vinos que le generaban una extraña felicidad, llegó el momento de los clásicos y alli sí apareció el mendocino efusivo, ese que se pone de pie y canta, el que grita sin parar, el que adora a su ídolo.
La experiencia de regresar a los escenarios luego de 8 años de silencio no fue nada mala. Sí se nota un Sabina que transita por las vías seguras, que sabe que la gente lo escogió por particular estilo de decir y eso quedó reflejado en el concierto donde, por momento, prefirió alejarse de la escena para que brillen sus compañeros, una banda que cualquier artista quisiera tener no sólo por la calidad musical sino por la calidad humana de cada uno de sus integrantes.
Sabina no negó estar acompañado por excelentes músicos
Cada vez que Sabina irrumpe en la escena musical brilla por sí solo pero esta vez sus músicos se convirtieron en un eje central del show. Fue precisamente el cantante quien les permitió lucirse con su talento y también fue su generosidad la que permitió (a diferencia de otros artistas) que el público conociera que detrás de cada instrumento había un artista con mayúscula.
Ser intgrante de la banda de Sabina es el sueño de muchos, sin embargo, Sabina demostró que para él verdaderamente es un placer tener a esos artistas, siete músicos que acompañaron a la perfección al maestro, desde su lugar, con la humildad de los grandes.
Joaquín Sabina regresó a Mendoza, estrenó disco y repasó los clásicos, el resultado fue perfecto para un público selecto que lo elige una y mil veces, un público que aplaude de pie al Sabina con la canción de autor y a aquel que navega por el rock.
