Susana Balbo dijo lo que piensa. En el mundo empresarial al que ella pertenece, la capacidad y la responsabilidad se pagan así, con dinero. Pero en el mundo de la política, ese espacio que Balbo comenzó a descubrir hace casi un año y en el que había pasado desapercibida hasta ahora, en teoría (sólo en teoría), la retribución es otra. Allí la prioridad debería ser la Patria y, en todo caso, la mayor ambición personal sería la del bronce. Claro que, en estos tiempos que corren, de los 257 diputados y los 72 senadores del Congreso de la Nación, no son justamente la mayoría los que tienen como prioridad esos objetivos. Sin venir del ambiente empresarial como Balbo, muchos creen que todo se paga con plata. Porque si no, no se entiende cómo fue aprobado un aumento del 47% en las dietas de los legisladores nacionales, un porcentaje muy superior a todas las paritarias de este año. Sólo hay una diferencia entre los políticos con experiencia y la empresaria Balbo: aquellos no salieron a defender la decisión. Ella sí. Porque para ella así funciona el mundo.
«Las personas que están en cargos importantes de mi empresa ganan mucho más de lo que gano yo como diputada nacional. Si lo comparo con los sueldos de mis empleados, yo debería ganar el doble», dijo Susana Balbo.
Fue la única que salió a defender abiertamente el aumento de las dietas de los congresistas. Las declaraciones posteriores sobre el tema, fueron leídas como una respuesta a la bodeguera.
«Hay que reconocer que hubo una inflación, que hay que hacer un ajuste para ser medianamente equitativos, pero tampoco en estos momentos hay que pasarse de largo. El aumento en la dieta debe ser acorde al esfuerzo que estamos haciendo todos los argentinos», dijo el presidente Mauricio Macri, en medio de una visita que hizo a Santa Fe.
El gobernador Alfredo Cornejo fue más preciso. Sostuvo que «no soy el padre moral de nadie, simplemente creo que un político debe ser austero y muy prudente con lo que dice». Apuntó a los dos errores: la falta de austeridad de los legisladores nacionales y a la imprudencia verborrágica de Balbo.
Quizás por ser la primera en hablar, las declaraciones de la mendocina produjeron mucho más revuelo que las que hizo después Miguel Pichetto, jefe del bloque de senadores del PJ, que también defendió el aumento e, incluso, tuvo expresiones aún más cuestionables políticamente. «Macri se puso un sueldo de $160.000, un ministro gana entre $140.000 y $150.000, y nos parece bien, porque entrar en la Administración Pública, en general, es terminar procesado y los sueldos tienen que ser razonables, porque si no la gente no va», sostuvo, entendiendo que nadie incursiona en política por la Patria o el bronce.
Posiblemente la frase de Pichetto haya sido opacada por otra peor y que le valió al rionegrino una denuncia en el Inadi. «Tenemos que dejar de ser tontos. El problema es que siempre funcionamos como ajuste social de Bolivia y ajuste delictivo de Perú», dijo entre otras cosas, al referirse a la inmigración de países latinoamericanos hacia la Argentina. Entonces, la justificación de Pichetto del aumento de las dietas de diputados y senadores nacionales quedó opacada.
Susana Balbo es una empresaria vitivinícola exitosa y razona como tal. Dijo sólo lo que piensa y lo que se puede esperar que piense. Pero sus dichos fueron políticamente incorrectos y no se lo perdonaron. La criticaron desde afuera y desde adentro, aún sin ser ella la promotora del cuestionado aumento.
Desde octubre los legisladores nacionales comenzaron a cobrar $85.000, en promedio. Eso significa 47% más que en enero de este año. El aumento es más importante que el que acodaron incluso los empleados parlamentarios, que obtuvieron un alza en sus salarios del 31% en 2016.
A principio de año, entre dieta, gastos de representación, desarraigo y pasajes, los representantes en el Congreso percibían un promedio de $80.000.
Pero ahora, en una decisión adoptada por las cámaras presididas por Gabriela Michetti (Senado) y Emilio Monzó (Diputados), se resolvió aplicar un aumento del 47%, y justificaron la decisión en «para estar en sintonía con el aumento que se había impuesto el Poder Ejecutivo hace un par de meses».
Originalmente los diputados y senadores se habían aumentado la dieta el 31%, igual que los empleados del Congreso. Pero ahora Michetti y Monzó acordaron duplicar las sumas destinadas a representación, desarraigo y pasajes. Por ejemplo, los gastos de representación pasaron de $10.000 a $ 20.000 mensuales, y el de desarraigo pasó de $13.000 a $18.000.
Susana Balbo justificó estos incrementos al ser entrevistada por La Red Mendoza, diciendo que «no ganamos mucho, pero tampoco poco, estamos equilibrados. Hay que ver todo lo que una deja para estar acá: el desarraigo, el tener que alquilar un departamento, vivir en un hotel… Algunos tomamos la decisión de alquilar un departamento para tener algo de ropa, el cual estará cerrado durante tres meses».
Después de que hiciera pública su postura, Balbo se llamó a silencio. Pero la polémica ya estaba instalada.
El presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, salió a decir que se retrotraerá el incremento, pero en realidad se refería sólo al de los mentados ítems.
Mientras tanto, desde Abu Dhabi, donde se encuentra en viaje oficial, la vicepresidenta Michetti reconoció que el aumento «ha sido decidido por los presidentes de bloque de diputados y senadores», pero sostuvo que «hablaremos del tema una vez que vuelva y pueda conversar con los presidentes de bloque del Senado».
Fuente: Diario Uno