El presidente filipino, arrepentido por llamar Hijo de p… a Obama

El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, lamentó hoy que los comentarios ofensivos dirigidos ayer a su par estadounidense, Barack Obama, a quien llamó «hijo de puta» se hayan entendido «como un ataque personal» y desataran la cancelación de una reunión prevista entre ambos, al margen de la cumbre de los países del Sudeste Asiático que comenzó hoy en Laos.

El mandatario filipino también dijo sentir un «profundo aprecio y afinidad» con Obama, y manifestó su esperanza de «limar las asperezas» con Washington, un vínculo que calificó como «prioridad nacional» en declaraciones recogidas por la prensa en Manila y citadas por la agencia de noticias EFE.

«Nuestra intención principal es trazar una política exterior independiente a la vez que promocionamos lazos más estrechos con todas las naciones, especialmente Estados Unidos, con quien hemos tenido una relación duradera», afirmó Duterte a contramano del tono expresado ayer.

Las declaraciones del jefe de Estado se producen después de arremeter en duros e inusuales términos contra Obama, en una rueda de prensa antes de partir para Laos, en la que rechazó la intervención de otros países en su polémica campaña antidrogas, que considera un asunto interno.

Duterte ha sido criticado en numerosas ocasiones por esa campaña iniciada en Filipinas desde el 1 de julio en la que 929 personas murieron en operaciones policiales y otras 1.507 en ejecuciones extrajudiciales.

«Debe ser respetuoso, no me haga preguntas (sobre la lucha antidrogas). Hijo de puta, lo insultaré en ese foro», había dijo Duterte sobre el líder estadounidense, a quien recordó que Filipinas «ya no es una colonia».

Sin embargo, poco después Manila había comenzado ingentes esfuerzos por rebajar el tono a través del secretario ejecutivo de la Presidencia, Salvador Medialdea, quien negó que Filipinas tenga problemas con Washington.

«El presidente Duterte simplemente quería decir que tenemos nuestro propio territorio, así que permítannos lidiar con nuestros problemas a nuestra manera», dijo Medialdea en una entrevista con la emisora DZMM.

Tras la ola de idas y vueltas, inicialmente Obama se limitó a poner en duda la utilidad de este encuentro sin que hubiera «conversaciones constructivas» pero finalmente la Casa Blanca decidió cancelarlo.

Filipinas es uno de los principales aliados de EEUU en esta región del Pacífico donde Obama reorientó la política exterior de Washington para contrarrestar el auge de China.

En los últimos años Estados Unidos reforzó la cooperación militar con Manila, que se disputa con Beijing la soberanía de varios islotes del mar de China Meridional.

Washington aboga por la libertad de navegación y sobrevuelo en este espacio marítimo que China reclama casi en su totalidad y por el que circulan cada año mercancías por un valor de 5 billones de dólares y hay potenciales yacimientos de petróleo y gas.

La cancelación del que iba a ser el primer encuentro entre Obama y Duterte supone un fuerte golpe a las relaciones diplomáticas entre Washington y Filipinas, históricamente dos países aliados, pero que han sufrido un notable deterioro desde las elecciones en las que fue elegido el nuevo mandatario.

En agosto Duterte llamó «gay» e «hijo de puta» al embajador estadounidense en Manila, Philip Goldberg, tras lo que Estados Unidos convocó al jefe de la misión diplomática filipina en Washington, Patrick Chuasoto,para pedir explicaciones por esos «inapropiados» comentarios.

Duterte ganó las elecciones presidenciales el 9 de mayo de 2016 con la promesa de acabar con el problema de la droga en sus primeros seis meses de mandato y desde entonces ha instado en numerosas ocasiones a la Policía y los ciudadanos a matar a narcotraficantes y drogadictos.